El cómo potenciar nuestra inteligencia se trata, sin lugar a duda, de un tema que siempre me ha fascinado. Lo cierto es que cuando uno piensa en ello seguro que se pregunta: ¿de verdad me está diciendo que existe una forma de ser más inteligentes, de potenciar nuestra inteligencia? La respuesta es clara: sí.
Las neurociencias se han tomado muy en serio el estudio de las inteligencias. Habéis leído bien. No solo existe una inteligencia; de hecho hay un buen número de ellas. Según el Dr. Howard Gardner, una eminencia en este campo, existen 8 tipos de inteligencias: la lingüística-verbal, la física-cinestésica, la lógica-matemática, la espacial, la musical, social, individual y la naturalista. A continuación podríamos listar un número de inteligencias asociadas como son las inteligencias creativas, emocionales, colaborativas, entre otras, en total una cifra abstracta de más de 100 mil millones de neuronas que componen la inteligencia.
Por tanto, partimos de la base de que los seres humanos tenemos inteligencia múltiple. Pero, ¿qué es la inteligencia? Ésta es una pregunta que según quién la responda tiene múltiples definiciones.
Einstein dijo: “Una persona inteligente resuelve un problema. Una persona sabia, lo evita”, quizá a mitad de camino entre la inteligencia y la sabiduría. Aunque hay una definición probablemente para todos válida: la inteligencia es la capacidad de adaptarse a la situación o circunstancia actual y obtener el mayor beneficio posible.
El muy conocido Cociente Intelectual (CI) era una fórmula que, a través de distintas pruebas, medía nuestra inteligencia. Suponía el término que procede de su definición en el idioma alemán ‘Intelligenzquotient‘ o IQ, y fue el Dr. William Stern quien lo acuño allá por 1912. Posteriormente, fue desarrollado por los psicólogos franceses Binet y Simon; aunque el Dr. Spearman en Inglaterra en 1904 había empezado ya a utilizar unos primeros test para medir de alguna forma nuestra capacidad cognitiva.
Por todos son ya conocidas las famosas escalas del CI que van del 80 al 200 (son los valores por debajo de 80 tienen alguna dificultad o limitación cognitiva). Considerando que la media se encuentra en algún lugar entre el 90 y el 110 de cociente para las inteligencias consideradas normales, teniendo en cuenta una desviación del 10%.
A partir del 120 las inteligencias empiezan a ser brillantes subiendo en la escala hasta el número 200, siendo este el limite. Son inteligencias superiores y excepcionales muy por encima de una inteligencia súper dotada por poneros un ejemplo. Muy pocas personas en el mundo alcanzan estos niveles.
Hoy en día se utilizan unas pruebas de competencia mucho más completas y amplias que evalúan no solo nuestra inteligencia académica, por decirlo de alguna forma; más bien lo hacen nuestras inteligencias en su conjunto como el test Weschler, WAIS o WISC para los jóvenes y adolescentes.
Supongo que al final de esta explicación lo que quieren de nosotros es que no solo tengamos cierta inteligencia, sino también que seamos eficientes y efectivos.
Dicho todo esto y para establecer un escenario y contexto para desarrollar este artículo y volviendo al encabezamiento de este, tendremos que ser pragmáticos y ver cómo podemos potenciar nuestras neuronas para que nuestro cerebro funcione mejor. Es decir, que se formen nuevas conexiones, que tengamos más lucidez, mayor velocidad, mejor gestión y en definitiva más capacidad cognitiva, más inteligencia. Quizá a algunos nos suenan las palabras plasticidad y neurogénesis, y os invito a que a partir de la lectura de este artículo leáis más al respecto. Pero lo que aquí interesa es cómo hago para incrementar mis niveles de cognición superior día a día, qué tengo que hacer para potenciar mis inteligencias. Vamos a verlo a continuación.
Durante mucho tiempo pensábamos que éramos capaces de hacer más de una cosa a la vez. Es cierto. Pero no con excelencia, ni con máxima eficacia. No hace mucho se concluyó que éramos capaces de hacer solo una cosa, ‘single task’ con absoluta excelencia; así que, cuando hagamos algo, hagámoslo prestando toda la atención que tengamos, sin distracciones, perfectamente enfocados en la tarea, un ejercicio de ‘single task’. Tenemos un presupuesto limitado de atención, una ventana de concentración de inteligencia, de máxima capacidad cognitiva, y si la dividimos en otras cosas, nuestro presupuesto de atención, de concentración no será suficiente para hacerlo con eficacia máxima.
Estamos hablando de un alto grado de cognición, de una tarea que requiera índices de inteligencia superior. Cierto es que hay cosas fáciles que nuestra inteligencia o nuestra atención pueden absorber pero sin requerir un alto desgaste.
Un ejemplo práctico: si mientras paseamos en el campo, en un parque, en la playa acompañado de un amigo/a le preguntas de forma inesperada que haga el cálculo mental de 23 x 78, existe una gran posibilidad de que en ese instante se pare en seco y realice el cálculo. ¡No puede seguir andando y hacer el cálculo al mismo tiempo!
Cuando hacemos ejercicio o deporte donde hay cambios de ritmo se produce un deterioro de la capacidad de pensar deliberadamente, tenemos menos recursos, estamos más limitados cognitivamente. Otra situación es cuando terminamos de hacer ejercicio o deporte y se nos abre una ventana cognitiva espectacular donde nuestras neuronas estarán de enhorabuena por la llegada de neurotrofinas y norepinefrinas, que nos ayudarán a mejorar nuestra capacidad cognitiva. En resumen: somos ‘single task’.
‘If you can not go right, go left’. Un ejercicio que generará nuevas conexiones neuronales, que utilizará nuevos canales, que creará nuevas estructuras en el cerebro, es cambiar los parámetros normales de conducta. Digamos que si siempre hacemos lo mismo al final crearemos un automatismo en nuestra conducta y en nuestra actividad y nuestro cerebro se volverá perezoso; en otras palabras se aburrirá como una ostra. Pero, si le damos un poco de cambio, le sorprendemos, y le exigimos, entonces despertará de su letargo, de su aburrimiento y empezará a darnos sorprendentes resultados a muy corto plazo.
La próxima vez que salgas de casa, con tu conducta, tu movimiento automatizado, rompe con tu rutina, y en vez de girar a la derecha (como todos los días) gira a la izquierda, sin navegador, sin mapa, busca otro camino, encuentra otras formas de llegar, utiliza tu almacén de reserva cognitiva. Haz que tu cerebro trabaje.
Le darás a tu cerebro una nueva actividad, crearás nuevas carreteras neuronales, nuevas conexiones, neurogénesis.
Cuando realicé un taller de potenciación de la inteligencia, hicimos algo que hoy en día en nuestro mundo digital ya casi ha desaparecido, y es escribir en papel, con pluma y papel, con bolígrafo. Ahora todo son teclados y pantallas que no ayudan a potenciar nuestros circuitos neuronales; y me refiero a la escritura.
Imagínate que eres diestro o zurdo, da igual, pero en principio escribes con la mano dominante. Si lo piensas, resulta un ejercicio que requiere cognición, pero está automatizado desde que aprendimos a escribir. Pues empieza a cambiar, si eres diestro empieza a escribir todos los días con la zurda o al revés; al principio es frustrante, complicado, es un castigo, pero verás como si lo haces cada día poco a poco lo conseguirás con más fluidez, con mas facilidad, hasta adquirirás destreza.
En mi caso, empecé a escribir en un diario para saber qué día había empezado a escribir con la zurda siendo diestro y al final del diario, al final del año, pude ver cómo día a día mi escritura iba mejorando. Es una forma excelente de crear nuevas conexiones neuronales, una forma de que el cerebro tenga que hacer y conseguir algo para lo que no estaba preparado. Por tanto, una actividad nueva, una manera de crear nuevos recursos.
‘Learn to write with your non dominant hand‘. Aprende a escribir con tu mano no dominante.
Una forma de aumentar de forma exponencial nuestra inteligencia es, sin duda, aprender un nuevo idioma. Pertenece con certeza científica a una de las formas de mayor conexión neuronal porque es de una complejidad cognitiva superior.
Se trata de una verdadera revolución para nuestro cerebro, en palabras del Neurocientifico: Dr. Mora, son los procesos de aprendizaje de un nuevo idioma. Según él, la lengua dominante siempre es la materna, es inconsciente y pertenece a nuestro instinto de supervivencia cuando nacemos desde el momento en que somos amamantados; al igual que nuestro primer instinto desarrollado es el tacto por la misma razón, pero no nos perdamos en otros temas.
Vamos a familiarizarnos con un término: reserva cognitiva. A partir de los 60-65 años hay una destrucción neuronal asociada directamente a que cumplimos años, es decir, perdemos capacidad cognitiva y no poca, y puede llegar incluso a más del 40% a medida que vamos avanzando en años a partir de los 65. Pero si a lo largo de nuestra vida hemos potenciado la neurogénesis, creación de nuevas conexiones, estructuras, autopistas de conocimiento; este proceso de destrucción masiva de neuronas o, mejor dicho, de conexiones sinápticas entre ellas, alargará nuestra salud cognitiva más allá de los registros.
A través de las resonancias magnéticas y las neuroimágenes se ha podido comprobar cómo entre los 22 y los 88 años perdemos un 0.2% aproximadamente de masa cerebral al año. Casi un 15% del total de nuestra masa; además hemos de tener en cuenta que también producimos menos dopamina a medida que vamos cumpliendo años.
Así que, aprender un idioma nuevo es generar reserva cognitiva para el futuro; digamos que es una inversión a medio y largo plazo, como un fondo de pensiones neuronal.
Al igual que el ser humano en su conjunto ha evolucionado a lo largo de la historia, también lo ha hecho nuestro cerebro. Y la parte que más lo ha hecho son los lóbulos frontales, lo cuales han aumentado mucho su tamaño. Seguramente por nuestra capacidad de pensar de manera amplia y reflexiva y por la capacidad de retener ideas y hechos, de prestar atención y de mantener una concentración constante, de hacer planes y ponerlos en marcha. Quizá ahí está una de las claves: proyectar, pensar en hacer planes, desarrollarlos a nivel cognitivo, iniciar el proceso de imaginación y llevarlos acabo.
Los procesos creativos e imaginativos son como una expansión del cerebro, una explosión neurona. Pablo Picasso decía que todo lo que se puede imaginar puede también hacerse realidad. Julio Verne, por ejemplo, gozaba de esa imaginación.
Os dejo una frase que seguro que muchos artistas reconocen: “La imaginación es el paso anterior a la creación”. Las neurociencias han establecido, y así se demuestra en los estudios llevados a cabo a lo largo de los últimos años, que la percepción y la imaginación comparten los mismos circuitos neuronales.
De hecho, y mi experiencia así lo ha demostrado, los procesos imaginativos difieren tan solo un 10% de la realidad. Quiero decir que cuando imaginamos somos capaces de sentir y de experimentar casi las mismas sensaciones sin recibir ningún estímulo externo. Todo como consecuencia de nuestra imaginación; por eso, en la preparación de una competición de alto rendimiento practicamos con los deportistas ejercicios de visualización y la experiencia difiere muy poco de la realidad que después van a vivir en competición. Es como si nuestra imaginación nuestra visualización fuera una especie de simulador virtual.
Imaginar, crear a nivel mental, soñar despierto, hacer planes, requiere de los dos hemisferios. Hay un montón de conexiones neuronales, inter-hemisferios, redes completas y muy complejas de nuestro cerebro ejecutivo que se entrelazan para acceder a nuestro almacén de memoria.
Ya hace algún tiempo que en la prestigiosa revista americana ‘Neurology’, se publicó un estudio sobre la deficiencia de Vitamina B12. El resultado estaba directamente asociado a marcadores negativos cognitivos y a un menor volumen cerebral total con especial incidencia a partir de los 65 años.
Oliver Sacks, neurólogo británico de prestigio mundial que prácticamente pasó toda su vida en EEUU, asoció dicha carencia con enfermedades como el Alzheimer y Parkinson en una fase prematura.
Así que la ciencia avala que tomar Vitamina B12 beneficia a nuestro cerebro y que además incrementa los niveles de cognición, de memoria, y retrasa posibles enfermedades degenerativas en edad avanzada.
Como aliado indispensable: el Magnesio. Un protector natural que, junto a la Vitamina B12, consigue que la segregación de serotonina sea más equilibrada. Con los años vamos perdiendo también capacidad para segregar ciertas hormonas imprescindibles por lo que buscar suplementos y nutrientes siempre es una ayuda aconsejable.
La vitamina secreta: B-12
Entre todas las inteligencias estudiadas y con posibilidad de ser evaluadas, y por tanto medidas a través de distintas herramientas, hay una que nadie considera, que nadie puede evaluar, que nadie puede medir, que ningún neurocientífico califica: ¡La Fe!
La Fe en uno mismo. Este es un cociente, un factor exponencial de cualquier inteligencia, es un súper potenciador. Si uno tiene fe en sí mismo, no hay obstáculo, no hay problema, no hay circunstancia que no podamos salvar.
Si tienes Fe y resiliencia, no habrá nada, absolutamente nada que te pueda parar.
Espero que este artículo haya potenciado nuestro optimismo en un momento de negativismo existencial, en un momento donde el sistema nos hace dudar de nosotros mismos. Seamos inteligentes, aprovechemos estos momentos para potenciar todo lo que tenemos dentro, tengamos Fe en nosotros. Tenemos millones de neuronas esperando a ser activadas. Estos momentos complicados y difíciles hacen que tengamos que salir de nuestra zona de confort, veámoslo como una oportunidad para evolucionar, para potenciar nuestros talentos, nuestras inteligencias y aprovechemos la oportunidad.
¡Ten Fe en ti mismo!