Tengo entendido que el ‘efecto crunch’ se acuña por primera vez en la nutrición, en el sentido de que cuanto más masticamos con calma la comida, comemos menos, o al menos eso es lo que se cree. En cierto modo es muy creíble, ya que hay un estudio similar con el uso del teléfono móvil que nos cuenta que si usamos el móvil mientras comemos, en realidad comemos un 15% más. Este estudio se ha realizado en EEUU entre la población adolescente que muestra índices de sobrepeso preocupantes en un porcentaje que ha llamado la atención a los nutricionistas y centros de salud.
En realidad, podríamos decir que ambos casos están conectados a la atención: el primero en positivo y el segundo en negativo, pero es la misma filosofía, la atención a lo que hacemos.
Si cuando tomamos un alimento y nos lo metemos en la boca, masticamos con calma poniendo la atención al sonido (crunch), al sabor y los sentidos, comemos menos, tardamos más y controlamos nuestro apetito.
En cambio, si nuestra atención se focaliza en las redes sociales, en el móvil o en chatear mientras comemos, al final engullimos sin atención, sin despertar los sentidos y obviamos el ‘crunch’ en la boca. Sencillamente, al no prestar atención a lo que comemos, ¡comemos más!
Tiene una explicación científica, según un estudio de la universidad de Iowa en EEUU, hay que masticar cada bocado alrededor de 40 veces, es una media, pero se comprobó que al hacerlo, disminuía el hambre y el deseo de comer más de lo que en realidad necesitamos, es decir, anulaba la gula. Se detectó que al comer más despacio, se reducía la concentración de grelina, la hormona responsable y reguladora del apetito en el cerebro.
El mindfull eating o comer de forma concentrada, con atención al masticar y oír el ‘crunch’ supone despertar los sentidos y disfrutar de los sabores.
Probadlo cuando tengáis ocasión, os sorprenderá; preparar la mesa, colocar todo bien en un orden que os resulte muy familiar, plato, cubiertos, vaso de agua, copa de vino, etcétera…, después poner un poco de música relajante de esta que te transporta a otro mundo, sírvete la comida, siéntate y cierra los ojos o mejor, véndatelos, y con mucha calma empieza comer. Saborea y disfruta de cada bocado, de cada sorbo, una comida o cena a ciegas, lo puedes hacer solo o en pareja, o incluso con todos los miembros de la familia, amigos… En silencio, con plena atención a lo que estás haciendo y comiendo y verás cómo se despiertan los sentidos.
Pues bien, hoy quiero acuñar la frase ‘el crunch de la vida’ o ‘The Crunch of life’.
Olor, sabor y sonido es lo que cautiva el cerebro al masticar, pero lo que lo hace realmente vibrar es grasa, azúcar y sal, estos tres componentes son los activadores de la dopamina, la serotonina y las endorfinas, puro placer que, junto al ‘crunch’, sonido al masticar, nos vuelve adictos. Por eso, cuando abrimos una bolsa de patatas fritas, cacahuetes y cualquier cosa que contenga estos componentes como los nuggets o las patas fritas, calientes, saladas y crujientes francesas, nos volvemos locos… ¡En su justa medida!
Cuando algo cruje, cuando algo hace ‘crunch’, como por ejemplo la barra de pan recién salido del horno, el cerebro lo procesa como algo que hay que comer con placer.
¿Os acordáis del anuncio de televisión ya en meses cálidos del helado Magnum? Una mujer mordiendo el Magnum cubierto de chocolate y lo único que resonaba era el momento en que mordía y se partía la estructura del chocolate, ¡un momento ‘crunch’ auténtico!
Si esto es así, ¡hay que buscar el ‘efecto crunch en la vida’
‘Crunch’ es el activador de la dopamina, de la serotonina, de la endorfina, de la oxitocina, un cuarteto fantástico que cuando se juntan nos hacen sentir placer, felicidad, satisfacción y plenitud.
¿Quién no quiere su ‘crunch’ en la vida?
Mirad, nuestro cerebro tiene más de 150.000 años y me refiero al evolucionado, al nuestro en concreto, al tuyo y al mío por igual. Tenemos más de 80 mil millones de neuronas, son muchas que además, después de los siete años, ya se han posicionado, han migrado a aquellas zonas de nuestro cerebro para las que han sido diseñadas. Todas ellas componen nuestras emociones, nuestros pensamientos, reciben los estímulos, accionan nuestras respuestas, nos hacen ser conscientes e inconscientes, fabrican nuestra memoria y almacenan nuestras experiencias y sentimientos asociados a las mismas creando nuestra intuición, somos sin lugar a duda increíbles seres, únicos y especiales.
Con todo este potencial deberíamos ser capaces de manejar ser felices, estar satisfechos, sentir plenitud, pero… se nos escapa el ‘crunch’ de la vida.
Porque masticamos muy rápido, porque engullimos, porque vamos demasiado deprisa y a pesar de oír el ‘crunch’, no lo escuchamos, lo percibimos, pero no le prestamos atención.
Si realmente pusiésemos atención a lo que hacemos, tendríamos mucho más ‘crunch’ en la vida.
¿Y por dónde empezamos?
¡Pues por nosotros mismos!
¿Si no nos conocemos a nosotros mismos cómo vamos a saber lo que realmente es nuestro ‘crunch’ en la vida?
Tao Te King fue escrito en el año 600 a.C por un contemporáneo de Confucio llamado Lao Tsé, o al menos eso se cree, un sabio de estos que sus proverbios traspasan los umbrales del tiempo y siguen vivos milenios después… Pues habrá que prestarle atención a esto que escribió:
“Quien conoce a los demás es inteligente,
Quien se conoce a sí mismo es brillante,
Quien vence a los demás es fuerte,
Quien se vence a sí mismo es invencible”
Estamos aquí para ser brillantes e invencibles mis queridos/as amigos/as, no hay excusa, no hay refugio, no hay plan B, solo hay un plan A, el nuestro, el que nos ha correspondido vivir, pero el que elegimos cambiar.
La elección es nuestra, no podemos echarle la culpa a nadie, el ‘crunch’ es de cada uno, no depende de nadie ni de nada, aunque ciertamente todo ayuda y no quiero que nadie se ruborice si digo que un buen trabajo, tener dinero, amigos, posición social, reconocimiento, familia, pareja, mascota y un largo etcétera, nos facilitan las cosas, pero nuestro ‘crunch’ es mucho más que todo eso, parte de nuestro interior, de nuestras entrañas, de nuestra forma de pensar, de nuestra actitud de nuestra forma de ver el vaso medio lleno o medio vacío, de sonreír por la mañana o levantarnos cabreados con el pie izquierdo sin saber muy bien el porqué.
Depende de nosotros atraer el ‘crunch’ o hacer que se dé media vuelta y nos diga ‘hasta la vista, volveré cuando estés más preparado y menos enfadado con el mundo’.
Como último artículo del año, me gustaría pensar que en el año que está a punto de comenzar, todos nos pusiéramos como objetivo conocernos mejor, mirarnos al espejo y ver qué hay detrás de lo que se refleja, me gustaría pensar que cada uno/a de nosotros/as encontrará su ‘crunch’ en la vida, su fórmula mágica para ser felices más tiempo, que no sea una sensación temporal, en algunas ocasiones puntual.
No perdamos el tiempo en ser perfectos, no lo somos, somos terriblemente imperfectos, pero fantásticamente especiales y únicos.
Cuando hacemos ‘crunch’, lo podemos asociar directamente a algo que de repente nos sorprende, algo nuevo, no esperado. Cuando hagamos ‘crunch’ en la vida, busquemos donde antes no habíamos buscado, dejemos que la vida nos sorprenda y aparecerá algo que no estábamos esperando. ‘Crunch’ es llamar a la puerta de la oportunidad, ‘crunch’ es coger el tren de la posibilidad y subirse a él con destino a la aventura de la vida, ‘crunch’ es el esfuerzo, la decisión y la determinación, ‘crunch’ es la motivación, la pasión y la ilusión de emprender.
Para el año que empieza empecemos a creer un poquito más en nosotros, a ser más conscientes, a prestar más atención a lo que realmente importa, a masticar más lentos, a saborear los momentos, a buscar y encontrar lo que nos hace ‘crunch’ en la vida. A vibrar, a emocionarnos, a sentir plenamente, a ser conscientes de nuestros sentimientos y no reprimirlos, de no tener miedo a mostrar nuestro verdadero yo, que es lo más bonito de nuestra persona y personalidad, de empezar a derrumbar muros invisibles, de dejar de tener miedo, de querer ser mejores, de fortalecer nuestros lazos con nuestros amigos, de estrechar nuestras relaciones familiares, de dejarnos llevar con el flow de las sensaciones, de soltar y dejar de controlar constantemente, dar más abrazos y besos.
Decir mucho más te quiero, tener tiempo para nosotros mismos, dormir más rápido para tener más tiempo despiertos, no dejarnos llevar por lo que quieren los demás y luchar por lo que queremos nosotros, sacar los sueños del inconsciente y ponerse a trabajar en alcanzarlos para que dejen de ser sueños y se conviertan en realidades perfectas en el consciente, salir más a menudo de nuestra zona de confort y adentrarnos más en mundos y universos de aventuras, explorar nuestros talentos y capacidades, ponerlos a prueba, ser MÁS, ser MEJORES.
Concédete el permiso para ser tu mismo. Nada es imposible. Todos somos ganadores.
Os deseo a todos/as un extraordinario año nuevo