Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu Reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy
nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Un reciente estudio sobre el que aún se está llevando a cabo mucha investigación, es el conocido ‘Gen de la violencia’, aunque cierto es que existe un gen, que además ya ha sido identificado, que está relacionado con la tendencia a una mayor agresividad del ser humano.
Sin entrar en profundidad a conocer ni descifrar la genética o cómo codifican enzimas y proteínas, lo que ocurre es que cuando se activa dicho gen, se dispara la dopamina a niveles exagerados.
La característica esencial de dicha alteración del comportamiento es básicamente un trastorno de la personalidad y de conducta, que en definitiva desprecia y sistemáticamente viola o transgrede los derechos de los demás, no mostrando demasiada empatía y cuyos rasgos conductuales ya se manifiestan a temprana edad.
La conducta es gobernada por una interacción de muchos factores, como hemos mencionado. Uno determinante es la disposición genética, pero también influyen otros como las experiencias violentas a muy temprana edad que dejan una huella imborrable (los niños soldado), daños cerebrales y neuronales. Modelos y patrones de comportamiento adquiridos también a temprana edad cuando estamos en pleno desarrollo neuronal y un número de situaciones, pueden activar el disparador genético de la violencia.
Se estima que el 20% de nosotros es portador de este gen y que algunos, pocos, todo sea dicho, lo tienen activado obedeciendo a un patrón de conducta alterada en relación a la violencia. Está mucho más presente en los hombres que en las mujeres, también por una cuestión genética que tiene que ver con el cromosoma X.
¡En definitiva, la violencia no es solo cuestión de genética, también lo es del entorno en el que nos movemos y vivimos, o mejor dicho, en el que nos involucramos y participamos!
Las noticias de los telediarios dan buena muestra de ello, una sobreestimulación de violencia visual, hinchas del fútbol violentos, violencia de género, atracos, asaltos, guerras por territorio, por energía, por estrategias de poder y de egos, una larga lista de situaciones violentas que surgen cada día.
Dicho esto…
No pretendo darle a este artículo un carácter religioso al iniciarlo con una oración universal, y mucho menos cuando ya vivimos en el siglo de la post-religión. Muy lejos de ello, por cultura, geografía, educación y vida, me siento identificado con el espíritu de esta oración en la parte del texto donde la voluntad del creador, de Alá, de Buda o de cualquier divinidad en la que uno crea, manifiesta la voluntad de ser mejores, de perdonarnos, de no hacer el mal, un mensaje UNIVERSAL a toda persona de bien.
Últimamente tengo la sensación de no reconocer el mundo en el que vivo, de estar un poco perdido por la velocidad en la que suceden los acontecimientos, la violencia a nuestro alrededor, la urgencia de vivir una vida acelerada, descontrolada, inestable, de vivir en constante frustración por no alcanzar nunca niveles de estados de felicidad satisfactorios que nos den un respiro. Vivimos con el corazón acelerado, nerviosos, con nuestras neuronas alteradas, con nuestro sistema inmune defensivo inflamado, con desórdenes de sueño, con nuestras hormonas y neurotransmisores segregando dopamina y cortisol, descompensando todo nuestro sistema interno de gestión.
Buscando el éxito y el placer desesperadamente en los lugares equivocados, intentando alcanzar metas demasiado difíciles y muchas veces demasiado lejanas, sustituyéndolas por recompensas instantáneas que se esfuman tan rápido como se han generado.
En constante crispación, con problemas al relacionarnos con los demás, centrados en un consumo desenfrenado y obsesivo, en clicks, en likes, en ‘me gusta’, en consumir información a la velocidad de la luz, sin retener nada, sin aprender nada, malgastando un tiempo cuyo valor en la vida adquiere mayor significado con el paso del tiempo y se hace más escaso con la obsolescencia programada de nuestras células que en algún momento aprietan el botón de OFF.
Si hiciéramos el cálculo de la cantidad de tiempo y esfuerzo que le dedicamos a ser y actuar como los demás quieren en vez de ser como en realidad somos, o mejor todavía, como en realidad nos gustaría ser, nos sorprendería la cantidad de energía que estamos malgastando cuando en realidad, y esto es una gran verdad, lo que pretendemos querer mostrar a la galería es tan efímero y virtual que al segundo de haberse producido ya es pasado y olvidado.
¡Yo no estoy feliz con esta realidad, así que decido cambiarla!
Uno de los problemas donde nos solemos perder con mucha facilidad es en buscar la aceptación de la sociedad, de los demás, de nuestro entorno, cuando en realidad lo que necesitamos es ser nosotros mismos, darnos la libertad de ser lo que en realidad nos gustaría ser, sin condicionantes, sin limitaciones. Desarrollar nuestra creatividad, volar, salirse del box del confort, de lo normal y convertirnos en seres extraordinarios, únicos y especiales.
Ser auténtico es una disciplina y no resulta fácil en una sociedad que nos alinea con los sistemas, hay que ser resolutivo, valiente, y un poco aventurero, ya que no está exento de incertidumbre, pero siempre se ha dicho que la vida empieza después del miedo.
¡¡¡¡El éxito te encuentra, si amas el proceso de buscarlo!!!!
Muchas veces nos centramos demasiado en la meta final, cuando en realidad, nos deberíamos concentrar en el proceso para alcanzarla y no solo concentrarnos, apasionarnos, amarlo y disfrutarlo, pero para ello debemos hacer aquello que más nos gusta para alcanzar el máximo potencial, la excelencia.
Para ello hay que ser valiente y tomar decisiones para realizar los cambios necesarios y convertir nuestro esfuerzo en pasión por lo que vamos a desarrollar.
Es admirable cómo muchos/as últimamente están tomando decisiones valientes y deciden efectuar cambios radicales en su vida y actividad para empezar un nuevo camino y darse la oportunidad para crecer y que el éxito venga a por ellos!
También hay que tener fe en uno mismo, la seguridad de que podemos, la intención y la motivación de que somos especiales, que solo nosotros podemos hacer las cosas como queremos y que nadie más sabe ni puedo hacerlo, lo que nos convierte automáticamente en únicos y extraordinarios.
En una sociedad tan inestable, futuro incierto y una situación global tan dinámica por utilizar una semántica amable, quizá sea un buen momento para encontrarnos a nosotros mismos, elevarnos, salir de nuestra zona de confort y mirar a la vida de frente para decirle que vamos a hacer lo que más nos gusta, lo que queremos, lo que nos apasiona y lo que nos ilusiona.