La felicidad y su búsqueda siempre han sido conceptos que han suscitado en mí una tremenda curiosidad, y lo cierto es que ya he escrito algunos artículos en relación con ser feliz, así que no me quiero repetir sobre lo que ya he escrito (a continuación los links), pero el tema da para mucho. Además, es algo universal al ser humano independientemente de su origen, religión, cultura, sexo, o edad.
No es lo mismo el concepto de la felicidad a los 20 que a los 50. La vida va dejando huellas, acumulando experiencias e inteligencia emocional. Intentaré escribir este artículo para todos, aunque se me vaya el intelecto hacia mi propia experiencia ya bien entrado en los 50…
Ser feliz es algo tremendamente complejo, y ya puestos en el tema, tiene un gran componente químico.
La serotonina la podemos llamar ‘la hormona del placer‘, ‘la hormona del buen humor y del buen estado de ánimo‘. Cuando se estimula y se reabsorbe a su vez y a través de otras hormonas genera estrógenos y testosterona.
Y así podríamos seguir describiendo cómo muchos más neurotransmisores necesariamente deben formar un equilibrio circense, una coordinación que involucra como consecuencia directa a nuestro cerebro límbico emocional.
La gestión de nuestras emociones, sobre todo las negativas, puede producir la inhibición de los neurotransmisores anteriormente mencionados y activar aquellas hormonas asesinas y destructoras que tanto daño nos van a hacer.
Dejando la química atrás y entendiendo un poco más cómo afecta a nuestros procesos de felicidad, seamos pragmáticos y vayamos al grano.
En un estudio muy reciente realizado en EEUU, se hizo una macroencuesta entre adolescentes y millenials. Se les preguntó cuáles serían sus metas a futuro, dónde les gustaría verse dentro de unos años. La encuesta arrojó estos datos: más de un 80% querían ser ricos y ¡más de un 50% famosos!
¡DINERO Y FAMA! ¿Será esta la fórmula mágica de la felicidad?
Sabemos bien que NO…
¿Cómo? La única forma de saber esto es estudiar el pasado, hablar con la gente que ha vivido una vida fructífera, de éxito en su más amplia definición, no solo la económica, también el éxito social, familiar, de pareja, éxito personal…
En Harvard se realizó uno de los estudios más ambiciosos en este sentido. Se estudió durante 75 años a más de 700 hombres. Cada año, año tras año durante 75 años, se les iba preguntando sobre su vida, su trabajo, sus relaciones sociales y afectivas, sobre su estatus económico, sobre su salud, su familia… Todo ello sin saber en ese momento cómo se desarrollarían sus vidas!
19 hombres de los 724 que formaron el grupo de estudio siguen vivos hoy en día, ya algunos sobrepasando los 90 años (el estudio comenzó en el año 1938).
Es importante destacar que este estudio se hizo entre una población de adolescentes de origen distinto, desde jóvenes que se vieron obligados a ir a la guerra, a jóvenes que vivían en condiciones de pobreza, pasando por jóvenes provenientes de familias acomodadas. El estudio cubrió todas las capas sociales y económicas de aquel entonces.
A medida que se iban haciendo adultos, muchos fueron trabajadores en fábricas, mano de obra dura, otros muchos albañiles, médicos, abogados… Algunos de ellos se convirtieron en alcohólicos, otros tuvieron cuadros de depresión y fueron esquizofrénicos, uno de ellos llegó a ser presidente de los EEUU, otros escalaron social y económicamente hasta convertirse en millonarios, mientras que otros, sin embargo, fue justamente lo contrario. El estudio también se adentró en los historiales clínicos de los hombres, entrevistando a sus médicos, a sus hijos, a sus esposas, se grabaron conversaciones sobre qué es lo que más les preocupaba, sobre sus problemas, sus emociones…
Con esto os quiero decir que este estudio refleja la sociedad desde todas las perspectivas posibles a lo largo de 75 años de forma retrospectiva.
¿Qué conclusiones podemos sacar de este estudio, único en su género? Lo que ha quedado meridianamente claro es que una vida feliz, una buena vida, no se basa en la riqueza ni en la fama.
Las personas que a lo largo de la vida han desarrollado vínculos sociales estables, fuertes, sanos, han sido personas felices, sanas y longevas.
Podemos encontrarnos entre gente, tener muchas personas conocidas a nuestro alrededor, podemos estar casados o en pareja y aun así sentirnos solos! Por tanto, las relaciones sociales no las podemos medir por cantidad, debemos medirlas por calidad.
Son aquellas relaciones que nos suman, que nos aportan, las otras son las que nos enferman, nos intoxican y nos generan ansiedad.
Un dato curioso del estudio es que los investigadores quisieron mirar atrás en aquellos individuos que ya tenían 80 años, quisieron ver si había algún factor determinante que pudiera establecer una predicción de quién serían los más longevos y saludables a los 80. Para ello se fueron a los sujetos cuando tenían 50 años. Todos aquellos que en su momento gozaban de relaciones afectivas sanas, buenas y estables son los que finalmente llegaban ya a avanzada edad con más salud física y mental, con sensaciones de haber tenido una vida magnifica y especial.
El estudio también demostró que a partir de los 30 años la balanza se empieza a inclinar y coger peso específico en la importancia de empezar a tener relaciones sanas, que fortalezcan nuestra identidad, que construyan un espacio de confianza y seguridad, que generen un entorno de vida en armonía y equilibrio.
Las buenas relaciones sociales, de pareja, de amigos y laborales, son esenciales para gozar de buena salud física y mental. Protegen de forma empírica nuestro buen funcionamiento cognitivo, nuestra salud mental y física.
También se establecía como conclusión en el estudio que la soledad enferma, intoxica nuestro organismo, produce envejecimiento prematuro y adelanta la edad de problemas cognitivos y enfermedad mental.
El Dr. George Valliant en su libro ‘Aging well’ describió 6 factores predeterminantes para una vida larga y equilibrada:
Como factor adicional describe la necesidad de educarse, de obtener conocimientos académicos y sociales.
Este estudio refleja la vida misma, no especula, se basa en la sabiduría del tiempo.
Los consejos sabios que podemos sacar de este estudio entre líneas, es tener más tiempo para la familia, para los amigos, para el deporte, compartir más experiencias con las personas con las que vivimos, sustituir el tiempo que pasamos delante de una pantalla por tiempo con nuestra pareja, familia, amigos, nuestras mascotas, con la naturaleza, activar nuestra curiosidad para seguir aprendiendo cosas nuevas, vivir experiencias nuevas, salir de la zona de confort de vez en cuando y experimentar.
Una buena vida se construye de buenas relaciones.
Todos somos alumnos de la vida, no hay maestros, o como dice un buen amigo, todos somos pacientes.
La felicidad, el ser feliz, no se debe confundir con el placer, quizá este sea uno de los grandes errores que cometemos y lo cierto es que si nos equivocamos en esta percepción, el camino se nos empezará a torcer a partir de los 30. El placer es algo temporal, algo dopamínico, se consume a medida que lo experimentamos, la felicidad es un concepto duradero, sostenido en el tiempo y que va de menos a más.
La vida debe estar llena de emociones positivas, de compromiso y de sentido, en palabras del psicólogo Martin Seligman, uno de los pioneros en el estudio de psicología positiva.
Otra apreciación importante para el éxito en la vida es encontrar el equilibrio entre los retos y desafíos con nuestras habilidades y talentos.
Volved a leer esta frase.
No nos pongamos metas inalcanzables, no nos sometamos a desafíos para los cuales no estamos preparados o aún no tenemos las herramientas necesarias. La vida se construye con pequeñas victorias cada día. Para alcanzar una meta a largo plazo primero debemos dar pasos en alcanzar las metas más a corto y medio, no hay atajos en la vida.
La felicidad también tiene mucho que ver con la generosidad. Hay estudios recientes que demuestran que los niveles de neurotransmisores activos en el cerebro que generan episodios de bienestar, de ser feliz, están más activos cuando se da, más que cuando se recibe.
Tener éxito forma parte de una vida feliz, pero uno no puede obsesionarse con el éxito ya que para cada persona es algo diferente. Además, el coste personal puede ser demasiado elevado, de hecho, puede generar justo lo contrario, ansiedad y frustración.
Antonio Gala, al que admiro y considero un sabio de la vida, dijo en una de sus frases célebres que la felicidad es darse cuenta de que nada es demasiado importante.
Se sabe que cualquier evento o suceso en la vida después de 3 meses ya no tiene ninguna influencia o impacto sobre tu estado de felicidad, salvo aquellos que evidentemente tengan consistencia a lo largo del tiempo como por ejemplo una enfermedad o accidente con consecuencias.
Para terminar y en forma de conclusión, el ser feliz es algo complejo, aunque quizá debiéramos simplificar. Los budistas sustituyen el término ‘felicidad’ por ‘bienestar’. Los griegos, sabios de la antigüedad, la llamaban ‘Eudaimonía’ que significa ‘buen espíritu’ o ‘buena vida’. Quizá eso facilita la comprensión del concepto. Muchas veces la búsqueda obsesiva de ser feliz se convierte justo en lo contrario, que huye de nosotros. Quizá deberíamos FLUIR más con la propia naturaleza de las cosas, adaptarnos y seguir avanzando, cultivando relaciones sanas y contribuir a las demás relaciones sumando.
Mi agradecimiento al Dr. Waldinger, psiquiatra y psicoanalista, director del proyecto en la Universidad de Harvard Facultad de Medicina.